27 diciembre 2011

Cartas a la maga IV

Hemos echado una buena noche jugando con tinta y agujas, te hubieras reído un buen rato al ver mi cara de sufrimiento tumbada en aquella cama. Existen pruebas. La chica del pelo de escarola va a hacer un montaje de vídeo, ¿sabes? Algún día te lo enseñaré. Luego fuimos a cenar y casi se podía masticar el silencio en la no-conversación a ratos. Pero te juro que se respiraba una comodidad plena. Aquello era estar en casa, no eran más necesarias las risas que las sonrisas de las que disponíamos, no eran necesarias apariencias. Nos queremos por lo que somos y no por lo que nos gustaría que fuéramos. 

Estaría genial que me llamaras de repente como si nada hubiera cambiado y pudiera contarte que estuve toda la tarde mirando de reojo a la chica. Es preciosa, y me atrevería a decir que casi perfecta. Hacía meses, años, que nadie se entregaba de esa forma. No me refiero a nada material, sino más bien sensorial, eso se ve en la mirada. Me mira, me escucha, que no es lo mismo que ver y oír. Pues eso, que maldita sera mi autodestrucción. Ojalá tuviera valor para deshacerme de todo este desastre y pudiera agarrarla por la cintura y decirle: vente conmigo, quiero hacerte feliz. Ojalá el tiempo que tarde en recuperar las fuerzas no sea superior al que ella tarde en cansarse de fijarse en los detalles. Espero señales de tu parte, no puedes cerrar el año de esta forma. Agarra el maldito teléfono y grítame desesperada que es mi momento, que puedo tener con ella la historia que tú y yo nos merecíamos y nunca tuvimos, que es nuestra oportunidad, aunque sea en otro cuerpo y otros ojos y otro nombre. Que aproveche y sea feliz. Hazlo. Y hazme saber también que esto no es un pase directo a la felicidad absoluta, que aún me queda por calarme de toda esta tormenta que se me ha formado encima. Como realidades punzantes, un envasado de entrañas que cuelgan de un gancho de carnicería, dispuesto a subasta pública. Que le den a las relaciones (enfermizas), pero que ahora es lo que tengo que hacer. Tengo la completa felicidad delante de mis ojos.

26 diciembre 2011

Cartas a la maga III

Estuve pensando toda la mañana en si llamarte y felicitarte, es la debilidad de las fechas, no te preocupes (hasta he escuchado un poco de Chaouen mientras me duchaba). Dónde estarás ahora. Quise comentarte que ya me había enterado de los de tus padres, qué putada. Seguro que te habrás mudado a vivir allí, a la ciudad de las mejores calas el mundo, y tendrás el acento más marcado aún, si cabe, de lo que ya tenías cuando nos conocimos.
Últimamente he estado pensando un par de cosas, una es que la gente no está tan abierta a las emociones, al menos no tan viscerales. La otra cosa es que es culpa tuya que ahora tenga que bajar las expectativas, tú querías emociones a raudales y me acostumbraste a un sinvivir de entrega absoluta. Qué pena, he tenido que comerme los abrazos. Me han hecho sangrar de frío, pero no te preocupes, acabo de colocarme el abrigo negro aquél que te gustaba tanto y me he autoasignado un abrazo de tu parte. Hoy toca comida con la familia y luego voy a llenarme la piel de tinta. Sé que prometimos ir juntas, pero lo cierto es que no sé dónde estarás ahora. Y no me importa.

24 diciembre 2011

Lista de propósitos para el año que viene:

1.- Dejar de proponerme cosas que sé que no cumpliré.
2.-
3.-
4.-

...

21 diciembre 2011

Cartas a la maga II

Que, por ahora (y me arriesgo a utilizar los adverbios de tiempo), eres mi razón.
Pégame cada vez que me reafirme en que la vida es un teatro con decoración inacabada digno de películas terroríficas de serie B o me de por dedicarme a implantar mi dictadura de atentado y corrupción contra las emociones.
Lo confieso, echo de de menos que me digas que compartamos frases bordadas y tomemos cervezas con pajita negra que así...

Qué hija de puta, no has cambiado nada con los años.