Me he sentido lanzar tantas veces a la muerte,
que ya siéntola permanente respirando en mi nuca,
como en acecho.
como en acecho.
Cuando percibo a veces su alcance, sí: temo,
en la quietud de la noche
y en la estaticidad de estas cuatro paredes
que simulan mi lecho, mi sima.
Tan oscura,
tan discorde con la vida
y tan cuna de mis miedos.
Por eso no podemos dejar de abrir la ventana cada mañana y dejar que entre el rumor de la vida entre esas cuatro paredes que también somos.
ResponderEliminarEs un hondo y triste y hermoso poema.
Para mí, la relación entre lo triste y lo hermoso es bastante estrecha, así que tu comentario va perfecto con mis expectativas de cosas a transmitir.
EliminarY tienes razón, nunca hay que dejar de salvarse. Cada cual que lo haga como pueda (sepa).
Vino a mi cabeza Ángel González. Y eso, sin duda, es bueno.
ResponderEliminarQué grata semejanza has encontrado en este puñado de líneas, muchas gracias.
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