No debería estar permitido privar de la carne ajena, de caricias infundadas o besos a quemarropa. No se puede acostumbrar a alguien a un cuerpo y luego desvanecerse fugazmente dejando en el recuerdo apenas un rastro efímero de la textura de cada tramo de carne y piel. No puedes derramar tus caderas sobre las mías y, tras arrebatarme el autocontrol de las ganasde., pretender que todo vuelva a su estado inicial con simplemente palmear al aire. A los cuerpos inertes hay que dedicarles un tiempo para malearlos. Dicen que se tarda en olvidar al menos la mitad de lo que duró el sentimiento.
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