Me he sentido lanzar tantas veces a la muerte,
que ya siéntola permanente respirando en mi nuca,
como en acecho.
como en acecho.
Cuando percibo a veces su alcance, sí: temo,
en la quietud de la noche
y en la estaticidad de estas cuatro paredes
que simulan mi lecho, mi sima.
Tan oscura,
tan discorde con la vida
y tan cuna de mis miedos.