tal vez, la herrumbre
debería advertirme de aquellos años rocosos
ya tan lejanos
ya tan lejanos
y este humo sereno,
de las brasas al fin extintas
que lo idóneo, presumiblemente
y dada la situación,
habría sido revocar los desperfectos,
tomar acción ante la presente calma
y seguir otros senderos mejor avenidos
pero no es fácil no elegir el camino escarpado
al que me invita la introspección
cuando me rebasa esta necesidad imperiosa de salir
de mí misma
y asomarme, desde fuera hacia dentro
tomar nota de las proyecciones de mi mente que,
a excepción de legítimas,
podrían ser cualquier otra cosa
y encontrar, quizás
algún pensamiento sesgado
o una idea errante
y escribir atropelladamente acerca de ello
pues supone, para mí, la catarsis definitiva
Pero es posible que no queramos ver, que no queramos asomarnos. Que igual es mejor mirar hacia otro lado. No sé, será verdad eso que dicen, que el dolor es inevitable, el sufrimiento no. Y es algo que mucho tiene que ver con esos senderos mejor avenidos.
ResponderEliminarUn abrazo.
Y es una suerte que tengas la admirable capacidad de saber escribir sobre ello (aunque digas atropelladamente, permíteme que lo ponga en duda), y más suerte aún es tener la fortuna de pasar por tu espacio y poder leerlo. Y es que yo creo que quien ve el camino escarpado no puede evitar seguirlo. Puede que ese sea el camino de la verdad, aquel camino del que Nietsche le hablaba a su hermana Elisabeth en una carta: "Si deseas el reposo, cree; si deseas la verdad, entonces busca..." Puede que también se trate de esa armonía imposible entre la razón y la vida que explicaba Unamuno en "Del sentimiento trágico de la vida".
ResponderEliminarSí, es una suerte grande encontrar palabras así, como estas tuyas, que pertenecen a la clase más preciosa de la poesía.
Un abrazo.